entre ambos hay una distancia que nos mantiene en diferentes planos del cuadro: uno está sobre el lienzo, el otro está junto al caballete. uno quiere pintar, crear algo maravilloso -quizás aterrorizante, quizás sublime-. el otro quiere ser soñado, existir en el alma del otro para que su mirada lo encienda y lo torne vivo.
y uno dice que la magia está en perseguir una foto en sepia. y otro dice que la magia está en sostener la cámara entre las manos.
un flashforward veloz y desenfocado, un vislumbre, una corazonada, es todo lo que se necesita para desear que el misterio sea real. y aún así la realidad seguirá siendo un misterio.