cuando vuelva a casa voy a arreglar mi bicicleta. la tengo desde 1994, cuando alejandro, mi novio, me la regaló para mi cumpleaños. en ese entonces bajábamos a la rambla con bastante frecuencia, él con su bici y yo con una que conseguíamos prestada. íbamos desde malvín hasta carrasco las más de las veces, para evitar el repecho que está a la altura del buceo.
la bici se mudó con nosotros varias veces, recorriendo tantos barrios de montevideo como tramos de rambla, porque siempre nos mantuvimos cerca de la costa. unos años más tarde, se fue solo conmigo.
en los últimos tiempos, resolví dejar de luchar contra el viento. caminé la rambla en ambas direcciones, muchos kilómetros, con música o sin ella, a veces salpicada por la espuma a la altura de paraguay, otras veces acompañada por la chata mansedumbre del agua estancada en la que a veces se convierte la playa ramírez. la bicicleta quedó estacionada en el patio del edificio donde vivo, abandonada como un juguete viejo.
cuando vuelva, voy a pintarla, ponerle aceite y darle aire a las ruedas, aunque aún no sepa qué rumbo le daré al manillar, ni cuándo volveré. siempre es un buen plan tener algún plan para el regreso.
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