Salgo de lo de Gerardo, en Rocafort y Avenida Roma. Camino hacia la Gran Vía de las Cortes Catalanas. Me dirijo a la Plaza Cataluña. Llego al puesto de información turística en busca de un mapa, pero está cerrado por obras. Sigo caminando, guiada por la marea humana. Voy a dar a la Ciudad Vieja y al Barrio Gótico. Atraída por el ruido, desemboco en una plaza tomada por ingleses. Es la previa del partido Manchester - Barcelona y el ambiente está que arde. Me entrevero un rato entre banderas celestes y latas de cerveza. Sigo viaje y más abajo descubro La Barceloneta. Tiene un aire a Montevideo. Y de Montevideo hablamos con mi amigo Maran, uno de los motivos por los que saltara a tierras catalanas. Su abuela, de origen chino, me cuenta de su visita al gran país asiático mientras bebemos te a la usanza tradicional. Entre orientales nos entendemos, pienso. Y con Gerardo charlamos de Florida y de la familia en un restaurante cerca de la Plaza España. Me acuerdo que cuando me regalaron mi primera bicicleta, él y sus amigos estaban sentados en el murito de su casa, a veinte metros de la mía, mirando. Siempre nos saludaba a Serrana y a mí cantando la última sílaba de nuestros nombres. Ahora está en Girona, se fue por el fin de semana y me dejó sola en su casa, disfrutando de la previa.
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