Antes, en el Cairo, había salido a recorrer el centro en busca de te de hibisco para Serrana y un cordero de peluche para Sara. Las calles estaban vacías y los comercios cerrados, a excepción de las carnicerías. Frente a ellas, los carneros vivos aguardaban su turno, mientras manos entrenadas quitaban el cuero y las visceras a los que ya habían sido sacrificados. En vísperas de La Fiesta, los hombres de la ciudad se dedicaban a esos menesteres. Charcos de sangre en las veredas, cabezas ya peladas y patas amontonadas a un costado. No pude tomar fotos.
viernes, 10 de octubre de 2014
Contrastes
Antes, en el Cairo, había salido a recorrer el centro en busca de te de hibisco para Serrana y un cordero de peluche para Sara. Las calles estaban vacías y los comercios cerrados, a excepción de las carnicerías. Frente a ellas, los carneros vivos aguardaban su turno, mientras manos entrenadas quitaban el cuero y las visceras a los que ya habían sido sacrificados. En vísperas de La Fiesta, los hombres de la ciudad se dedicaban a esos menesteres. Charcos de sangre en las veredas, cabezas ya peladas y patas amontonadas a un costado. No pude tomar fotos.
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