viernes, 10 de octubre de 2014

Contrastes

De regreso a Uruguay desde El Cairo, me tocó en suerte pasar la noche en un hotel en Dubai. Cuando llegué, a eso de la una de la madrugada, me ofrecieron un tour de dos a cuatro. Me pareció buena idea invertir esas horas y unos dólares en recorrer la ciudad de la que todos hablan. Sin embargo, no me dan muchas ganas de escribir sobre Dubai. Ciudad de brillos y lujos, de formas extravagantes, de torres que arañan el cielo. El corazón del desierto está bastante lejos de allí.

Antes, en el Cairo, había salido a recorrer el centro en busca de te de hibisco para Serrana y un cordero de peluche para Sara. Las calles estaban vacías y los comercios cerrados, a excepción de las carnicerías. Frente a ellas, los carneros vivos aguardaban su turno, mientras manos entrenadas quitaban el cuero y las visceras a los que ya habían sido sacrificados. En vísperas de La Fiesta, los hombres de la ciudad se dedicaban a esos menesteres. Charcos de sangre en las veredas, cabezas ya peladas y patas amontonadas a un costado. No pude tomar fotos.

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