un día entré al bar - ese que todos conocen, frente a la universidad - y
le pedí al hijo del dueño que me prestara uno de sus percheros.
pero... no te conozco, dijo.
te dejo mi documento si querés, mañana de mañana lo tenés de vuelta.
lo necesitaba para una sesión de fotos y era ese mismísimo perchero,
ningún otro. total que me lo llevé y al día siguiente manuel tuvo
ocasión de confirmar que yo era digna de su confianza.
a los dos meses, tras mucho recorrer y comprobar que en todo montevideo
no había un perchero similar a mi alcance, volví con mi mejor sonrisa.
llevalo, dijo manuel. no me pidió el documento. lo devolví a los dos días.
eso fue en junio.
la semana pasada lo llamé por teléfono. estaba esperando tu llamada, dijo. lo vi al flaco en la tapa de sábado show, a caballito de mi perchero! exclamó, me retó, se rió, ni él sabía qué tono darle al comentario.
cuánto tiempo lo necesitás?
tres meses.
llevalo.
sí, la confianza se contruye así por eso se pierde a fuerza de decepción
ResponderEliminarhermoso post
un fenómeno el gallego, le hubieses visto la cara la primera vez... cuando vengas a montevideo (porque vas a venir, no?) te llevo a su bar.
ResponderEliminargracias!