martes, 28 de agosto de 2012
la rosa de paracelso
aún queda fuego en la chimenea, dijo paracelso. si arrojaras esta rosa a las brasas, creerías que ha sido consumida y que la ceniza es verdadera. te digo que la rosa es eterna y que sólo su apariencia puede cambiar. me bastaría una palabra para que la vieras de nuevo.
¿una palabra?, dijo con extrañeza el discípulo. el atanor está apagado y están llenos de polvo los alambiques. ¿qué harías para que resurgiera?
paracelso le miró con tristeza.
el atanor está apagado, repitió, y están llenos de polvo los alambiques. en este tramo de mi larga jornada uso de otros instrumentos.
no me atrevo a preguntar cuáles son, dijo el otro con astucia o con humildad.
hablo del que usó la divinidad para crear los cielos y la tierra y el invisible paraíso en que estamos, y que el pecado original nos oculta. hablo de la palabra que nos enseña la ciencia de la cábala.
el discípulo dijo con frialdad:
te pido la merced de mostrarme la desaparición y aparición de la rosa. no me importa que operes con alquitaras o con el verbo.
paracelso reflexionó. al cabo, dijo:
si yo lo hiciera, dirías que se trata de una apariencia impuesta por la magia de tus ojos. el prodigio no te daría la fe que buscas: deja, pues, la rosa.
la rosa de paracelso (fragmento)
jorge luis borges
domingo, 26 de agosto de 2012
amarillo
ayer en el patio de mi casa aparecieron las primeras pelusas. pocas, mezcladas con hojas y pétalos desparramados por el piso. apenas se ven.
diría que no pasa de una semana para que los plátanos estornuden y el mundo se cubra de amarillo. el vendaval amarillo, ese que se cuela en los alvéolos de nuestra carne, de nuestra animalidad disimulada, tiene el color de las cortinas que resguardan mi silencio; de la chalina que me abriga y me sofoca -no es nostalgia, no, la nostalgia es verde y gris, como la superficie del río de la plata algunas tardes de invierno-; y de la luz que interrumpe los sueños que me inquietan en las primeras hora de la mañana. sin sombras no hay claridad.
miércoles, 22 de agosto de 2012
big bang
la culpa es del clima (la humedad llena las paredes de fantasmas), del tiempo (agosto va tras setiembre como el psicópata tras su presa), del cansancio (un elefante gris plomo se acuesta a mi lado en la cama) y de los demás (veo un lobo que acecha a otro lobo). algunos días somos tan poderosamente frágiles como el reloj que detona la bomba de tiempo.
domingo, 19 de agosto de 2012
el pago más grande
al lugar lo hace su gente.
hace más de un mes que estamos recorriendo ciudades y pueblos. esta vez recalamos en tacuarembó, el pago más grande de la patria.
llegamos desde rivera, eran las dos de la mañana. nuestro anfitrión nos fue a recoger a la terminal para llevarnos al hotel. llovía. por la mañana, el agua aún seguía cayendo, mansa pero insistente.
habíamos sido invitados a almorzar en valle edén, a unos treinta kilómetros de la ciudad. nos habían avisado que, a pesar de la lluvia, el arroyo jabonerías daba paso.
el jabonerías recibe el agua que baja desde la cuchilla. había desbordado hacía varias horas pero la camioneta 4x4 en la que viajábamos lo atravesó sin dificultad. sobre el arroyo, junto al paso ahora inundado, se levanta un puente colgante de unos cincuenta metros de largo. como el pronóstico no era bueno, dejamos el vehículo del otro lado y seguimos camino en el auto del dueño de la posada.
el restaurante de la posada nos esperaba acogedor, cálido, íntimo. los invitados a la mesa éramos: arezzo, director de cultura de la ciudad, con su esposa, ambos recién llegados de medio oriente; jorge, nuestro anfitrión, joven teniente coronel retirado, dueño del canal de televisión local; mauricio, periodista, realizador de un documental sobre la ciudad, que está celebrando sus cien años; darío, camarógrafo, reciente padre de un bebé que se encontraba internado a causa de un problema respiratorio; alfredo, el amable dueño de la posada; jorge, el homenajeado; y yo.
como especialidad del lugar, probé por primera vez el dulce de leche cortado, una receta de tradición fronteriza. luego de los postres, fuimos a conocer el museo de carlos gardel y la estación de trenes. los primeros brotes y el canto de los pájaros por detrás del agua que seguía cayendo sin descanso, nos recordaron que el invierno se estaba acercando a su fin.
al regreso, tuvimos que atravesar el jabonerías por el puente colgante, tal cual lo había previsto nuestro anfitrión. llovía con más fuerza. algunos rayos iluminaban el cielo, por lo que preferí no usar paraguas. me agarré de los gruesos alambres y crucé con paso firme para no resbalar.
la estadía en tacuarembó incluyó una visita a iporá, el balneario local, y una cena en el recientemente inaugurado hotel carlos gardel. en la vida lo importante es la familia y los amigos, de ahí para arriba es todo mentira, dijo el teniente coronel retirado, con quien intercambiamos impresiones, con sutil cautela de ambas partes, sobre los años más oscuros de nuestra historia, demasiado cercanos aún en nuestra memoria como para expresarnos con desnuda franqueza.
al día siguiente nos despedimos con un abrazo, prometiendo volver a vernos.
al lugar lo hace su gente, es cierto. y el corazón es como un pago, un gran pago con su rancho, su fogón y su mate espumoso para invitar al amigo que llega.
sábado, 11 de agosto de 2012
cuando pase el temblor
decir feliz cumpleaños, gustavo, no sería lo más adecuado, o quizás sí? no sabemos si sufre o es feliz. está en un lugar inaccesible para nosotros.
los años no se cuentan, se viven. y los años que vivimos dormidos, valen? estar despierto no es sinónimo de estar vivo. estar consciente sí. despierto o dormido, porque el sueño es una forma de consciencia. muchas veces es un estado más alerta que la vigilia. cuántos problemas resolvemos a través del sueño? cuántas respuestas, mensajes, advertencias y anticipos de buenas nuevas nos llegan mientras dormimos?
entiendo que yacer en un sueño eterno tampoco es vida. pero ésta no nos fue dada para atravesarla con los ojos abiertos y el alma profundamente adormecida.
sabés qué, gustavo, te deseo un muy pero muy feliz cumpleaños! si querés dormir un poco más, yo te banco. capaz que así nos damos cuenta de que va siendo hora de despertarnos todos.
y gracias totales
martes, 7 de agosto de 2012
sesión VIII
se acuerda, doctor, cuando le dije, que este diálogo, cadencioso, como la ola, que llega, lame y se retira, y vuelve; artificial, como la charla, sobre el tiempo, en la parada, a las siete, o a las ocho, tempranito; inconducente, como queriendo llegar a algo, que nadie sabe, a ciencia cierta, cómo ni cuándo, ni para qué, sería bueno que uno llegara; y compulsivo, como el paquete, de galletitas o de pastillas, o de cigarros, al que me aferro, hasta vaciarlo, hasta llenarme, de azúcares y de humo; se acuerda, doctor, cuando le dije, que hoy mismo se terminaba, si yo quería?
geometría del silencio
césar estaciona en la parada 17 de la mansa. eduardo abre la puerta del auto. la bajada a la playa es un camino de tablones de madera, con barandas a ambos lados. a la izquierda, matorrales; a la derecha, mar abierto. al final, pisando el último tablón, césar y eduardo encienden cigarrillos. césar se recuesta en la baranda, tiene los lentes sobre la cabeza y la mano izquierda en el bolsillo de la campera. eduardo se coloca de espaldas a la explanada, lleva bufanda, boina y saco. la línea del horizonte corta a ambas figuras por el cuello. gris encima, gris debajo. no sopla viento. no hay olas.
jueves, 2 de agosto de 2012
super - mercado
francisco y juan tienen invitados a cenar. francisco entra al supermercado en busca de paltas. - no me gusta perder tiempo mirando góndolas, dice camila. - a mi tampoco. van directo a las frutas y verduras. las paltas estan verdes. los tomates varían entre los cuarenta y los sesenta pesos el kilo. camila deja a francisco eligiendo la rúcula y el berro y va en busca de la levadura instantánea. toma de la góndola un paquete de diez gramos, a nueve pesos. vuelve con francisco, que está donde las conservas. busca un frasco de aceitunas negras, mientras habla con juan por teléfono. llevo paltas? están verdes... vuelven a las frutas y verduras. - qué te parece? - están verdes y a treinta pesos la unidad. - entonces paltas no. busquemos la salsa tabasco. - la salsa tabasco es muy picante. - picante? no creo que nos caiga bien. llama a juan. - salsa tabasco? estás seguro? van a los lácteos. francisco elige un pote de queso filadelfia. en las cajas, las colas son de entre ocho y diez personas. francisco lleva seis tomates, rúcula, berro, un pote de queso filadelfia, un frasco de aceitunas negras y salsa tabasco. camila, diez gramos de levadura instantánea. salen del supermercado. se despiden en la esquina. - decile a juan que me debe una cena. - llamalo y decile qué querés comer y cuándo. - paltas. cuando maduren. camila se va calle abajo con la levadura en la cartera.
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