domingo, 26 de agosto de 2012

amarillo


ayer en el patio de mi casa aparecieron las primeras pelusas. pocas, mezcladas con hojas y pétalos desparramados por el piso. apenas se ven.
diría que no pasa de una semana para que los plátanos estornuden y el mundo se cubra de amarillo. el vendaval amarillo, ese que se cuela en los alvéolos de nuestra carne, de nuestra animalidad disimulada, tiene el color de las cortinas que resguardan mi silencio; de la chalina que me abriga y me sofoca -no es nostalgia, no, la nostalgia es verde y gris, como la superficie del río de la plata algunas tardes de invierno-; y de la luz que interrumpe los sueños que me inquietan en las primeras hora de la mañana. sin sombras no hay claridad.

3 comentarios:

  1. no hay manera de evitar las sensaciones amarillas que evocaste con tus bellísimas palabras

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  2. ah, qué bien! porque yo al pinto y resto no le entro. gracias!!

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