Hace muchos años leí una novela de una autora argentina de la que no recuerdo el nombre ─tampoco recuerdo el título del libro─ que se desarrollaba en Cracovia e iba tras los pasos de algún alquimista. Esto lo traigo a colación porque hoy, mi último día en la ciudad, visité el Rynek Underground: un fantástico museo multimedia construido tras varios años de estudios arqueológicos en la Plaza del Mercado. Allí, bajo tierra, fue reconstruido con sus propias piezas el universo de la Cracovia medieval y fue recreado un mundo que hoy se nos hace lejano y oscuro. En esa sucesión de capas de calles empedradas y de madera, alquimistas, cabalistas y artesanos de todos los misterios debieron cruzarse a diario.
Otro museo mucho más oscuro quedó también para el último día: el Ulica Pomorska, parte del Museo Histórico de Cracovia. En la calle Pomorska Nº2, durante la ocupación Nazi, funcionaron los Cuarteles Generales de la Gestapo. Allí pueden visitarse las celdas donde los prisioneros eran interrogados y también la exhibición People of Krakow in Times of Terror 1939 - 1945 - 1956. La exposición, además de mostrar objetos y documentos de esos años, narra historias personales de víctimas de la ocupación alemana y de muchos sobrevivientes y héroes que más tarde se conviertieron en sospechosos y víctimas del nuevo régimen.
Cracovia es un museo en sí: calles, edificios, iglesias, sinagogas, monumentos, memoriales. Pero la mayor parte del tiempo la pasé en los bares y restaurantes de Kazimierz, leyendo y hurgando en otros mundos oscuros, los míos. El viaje más fascinante es al de las propias sombras.
Otro museo mucho más oscuro quedó también para el último día: el Ulica Pomorska, parte del Museo Histórico de Cracovia. En la calle Pomorska Nº2, durante la ocupación Nazi, funcionaron los Cuarteles Generales de la Gestapo. Allí pueden visitarse las celdas donde los prisioneros eran interrogados y también la exhibición People of Krakow in Times of Terror 1939 - 1945 - 1956. La exposición, además de mostrar objetos y documentos de esos años, narra historias personales de víctimas de la ocupación alemana y de muchos sobrevivientes y héroes que más tarde se conviertieron en sospechosos y víctimas del nuevo régimen.
Cracovia es un museo en sí: calles, edificios, iglesias, sinagogas, monumentos, memoriales. Pero la mayor parte del tiempo la pasé en los bares y restaurantes de Kazimierz, leyendo y hurgando en otros mundos oscuros, los míos. El viaje más fascinante es al de las propias sombras.
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