Llegué a Plovdiv guiada por el viento y me fui nueve días después empujada por un huracán. Fue una hermosa experiencia - y no hablo de los museos que visité, donde me contaron la historia de la Bulgaria moderna, ni de la maravillosa arquitectura de la ciudad vieja -. Más bien, fue como poner el reloj en hora. Adquirí conciencia del tiempo adecuado, como el de la cocción del arroz para que quede a punto; y de la dirección precisa, como la que marcan el gallo y la flecha en la veleta. Sigo sin saber a donde iré la próxima vez, pero, a diferencia de un mes atrás, cuando dejé Montevideo, se, supongo, intuyo o confío en que llegaré a puerto. Y aún dibujo trazos en el mapa, pero lo hago solo porque me divierte desarmar mis propios planes.
De Plovdiv, puedo decirles que allí viven colonias de gaviotas que se alejaron de la costa por razones que no terminé de entender. Las oí no bien llegué a la ciudad. Pensé: "no puede ser...". Luego las ví por docenas. Pero no solo gaviotas habitan el cielo de Plovdiv. Y en la noche, cuando todas las aves se van en bandadas a sus lechos, algunas, solitarias, quedan por los tejados, gritando. Parecen lobos aullando a la luna.
También les contaré que desde dos de los seis cerros que hay en Plovdiv, pude ver la ciudad en toda su extensión y comprobar que es mucho más grande de lo que creí en un primer momento. Supe además que su población es bastante mayor a la que leí en wikipedia; y que hay otra ciudad más antigua en Bulgaria, aunque la historia oficial insiste en afirmar que es ésta.
Por último, quiero confesarles que Plovdiv brilla bajo un sol potente, que atrae e ilumina a las almas en busca de luz y de paz. Sí, es el mismo sol bajo el que todos vivimos, es cierto. Mis palabras solo intentan darle poesía a este aspecto, ángulo, esta cara, expresión del sol, el de Plovdiv, que brilló en estos días con su máximo poder.
Благодаря
De Plovdiv, puedo decirles que allí viven colonias de gaviotas que se alejaron de la costa por razones que no terminé de entender. Las oí no bien llegué a la ciudad. Pensé: "no puede ser...". Luego las ví por docenas. Pero no solo gaviotas habitan el cielo de Plovdiv. Y en la noche, cuando todas las aves se van en bandadas a sus lechos, algunas, solitarias, quedan por los tejados, gritando. Parecen lobos aullando a la luna.
También les contaré que desde dos de los seis cerros que hay en Plovdiv, pude ver la ciudad en toda su extensión y comprobar que es mucho más grande de lo que creí en un primer momento. Supe además que su población es bastante mayor a la que leí en wikipedia; y que hay otra ciudad más antigua en Bulgaria, aunque la historia oficial insiste en afirmar que es ésta.
Por último, quiero confesarles que Plovdiv brilla bajo un sol potente, que atrae e ilumina a las almas en busca de luz y de paz. Sí, es el mismo sol bajo el que todos vivimos, es cierto. Mis palabras solo intentan darle poesía a este aspecto, ángulo, esta cara, expresión del sol, el de Plovdiv, que brilló en estos días con su máximo poder.
Благодаря
que has hecho todo este tiempo sin viajar y sin hacerme viajar?? por dios..es estar ahi. pura vida marina!!
ResponderEliminarbesosssss
que grande, sole!! yo me preguntaba lo mismo, juas. además, sabiendo que tengo lectores, es mucho más interesante!!
ResponderEliminarbeso enorme y gracias :D
Es y no es el mismo sol. Así que está bueno me cuentes de soles y gaviotas y tiempo que de desarma y se vuelve a armar.
ResponderEliminar:)
gracias, alex! es tan lindo leer tus comentarios!!!
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