lunes, 9 de diciembre de 2013

Recreo

Serbia se recorre en trenes, al menos eso es lo que uno ve en las películas. Llegué Uzice desde Belgrado, luego de un viaje de cuatro horas entre montañas de bosques pelados cubiertas de nieve y muchos, muchos túneles. Atrás quedaron el apartamento de Drágana en Nuevo Belgrado, el barrio chino donde me compré una verdadera campera de invierno, el partido de básquetbol entre el Partisani y el Budivelnik de Kiev en el Kombank Arena, el bar del mexicano en la esquina de la mezquita y el ballet contemporáneo en el Madlenianum Opera House. También los edificios bombardeados por la OTAN que visitaré cuando vuelva, antes de tomarme el tren a Budapest.

Miro por la ventana. Me rodean colinas blancas, techos blancos, pinos blancos. Uzice es una pequeña ciudad cerca de Zlatibor, una de las montañas más famosas de la región. En 1941, los partisanos comunistas al frente de Tito derrotaron a los nazis y crearon la República de Uzice, probablemente el estado independiente de más corta vida en la historia: 67 días.

Estamos bajo cero, pero la casa es tan acogedora como la familia que me recibe. Vesna estuvo en Montevideo hace casi dos años. Es sociable, directa, independiente y habla español. Por la mañana tomamos mate con lo que quedó de la yerba Taragüi que trajo de Buenos Aires. Vive con su hermana Jasna y sus dos sobrinos. El mayor tiene dos años y me contesta que no a todo lo que le digo. Dice Vesna que le caigo bien.

La casa queda a dos kilómetros del centro. En el primer paseo, me tuve que comprar un par de botas que me permitiera transitar el nevado camino desde la ruta hasta la puerta de entrada. Duermo muy bien, me despierto más tarde de lo habitual y recuerdo lo que sueño. Vesna, Jasna y los niños son una muy buena compañía. El lugar flota en una bruma blanca y el tiempo parece haberse tomado un recreo.

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