Drágana vive en el barrio Aeródromo, a pocos minutos del centro de Skopje. Hasta allá vamos caminando con Marija ─su compañera de apartamento─, bordeando el Río Vardar. Estamos a fines de octubre pero la temperatura durante el día alcanza los veinticinco grados. Junto al río hay una ramblita para peatones y bicicletas. El agua parece limpia, aunque Marija me aclara que varias industrias químicas vierten sus desechos en ella. Más adelante veo las chimeneas, también los ranchos de chapa de los gitanos.
Es difícil hablar de la ciudad sin hacer mención al plan Skopje 2014, un proyecto de remodelación de espacios públicos impulsado por el gobierno que incluye la construcción de varios museos ─como el Museo de la lucha de Macedonia y el Museo Nacional de Arqueología─, varios monumentos ─entre los que destaca el Monumento Guerrero a Caballo, que representa a Alejandro Magno─, galerías de personalidades macedonias de la antigüedad y de la época contemporánea, y hasta un Arco del Triunfo. La búsqueda de una identidad nacional macedonia se ve reflejada en este esfuerzo, así como en las disputas con Grecia por el nombre de país ─formalmente y en virtud de un acuerdo alcanzado en 1995, el nombre es Ex República Yugoslava de Macedonia─ y por la figura de Alejandro Magno.
Uno de los lugares más pintorescos de Skopje es el Old Bazar, donde destaca la arquitectura del período otomano. Al cruzar el antiguo puente de piedra que lleva a esa zona de la ciudad, se hace evidente la presencia de musulmanes albaneses: Skopje se encuentra virtualmente dividida en dos, a ambas márgenes del Río Vardar, con mayoría de macedonios del lado moderno y de albaneses del lado antiguo.
Lo mejor de Skopje fue vivir con Drágana, Marija y Bale. Ellas son del interior del país y comparten apartamento mientras terminan sus respectivas carreras. Bale se queda dos por tres a dormir. Tiene todo su equipaje en el auto, busca casa, busca el rumbo. El desayuno es café negro y fideos a eso de las doce. La cena es a las siete, home made o delivery. Entre medio se fuma, estudia y juega tabla.
Es difícil hablar de la ciudad sin hacer mención al plan Skopje 2014, un proyecto de remodelación de espacios públicos impulsado por el gobierno que incluye la construcción de varios museos ─como el Museo de la lucha de Macedonia y el Museo Nacional de Arqueología─, varios monumentos ─entre los que destaca el Monumento Guerrero a Caballo, que representa a Alejandro Magno─, galerías de personalidades macedonias de la antigüedad y de la época contemporánea, y hasta un Arco del Triunfo. La búsqueda de una identidad nacional macedonia se ve reflejada en este esfuerzo, así como en las disputas con Grecia por el nombre de país ─formalmente y en virtud de un acuerdo alcanzado en 1995, el nombre es Ex República Yugoslava de Macedonia─ y por la figura de Alejandro Magno.
Uno de los lugares más pintorescos de Skopje es el Old Bazar, donde destaca la arquitectura del período otomano. Al cruzar el antiguo puente de piedra que lleva a esa zona de la ciudad, se hace evidente la presencia de musulmanes albaneses: Skopje se encuentra virtualmente dividida en dos, a ambas márgenes del Río Vardar, con mayoría de macedonios del lado moderno y de albaneses del lado antiguo.
Lo mejor de Skopje fue vivir con Drágana, Marija y Bale. Ellas son del interior del país y comparten apartamento mientras terminan sus respectivas carreras. Bale se queda dos por tres a dormir. Tiene todo su equipaje en el auto, busca casa, busca el rumbo. El desayuno es café negro y fideos a eso de las doce. La cena es a las siete, home made o delivery. Entre medio se fuma, estudia y juega tabla.
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